girard, r. la peste en la literatura y el mito

12
SERIE MEDI CIONES MICHAEL FOUCAULT a verdad y las formas jurídicas ]E N BAUDRILLARD El espejo de la producción ROBERT NISBET Historia de la idea de progreso PIERRE CLASTRES Investigaciones en antropología política ] COB BRONOWSKI Los orígenes del conocimiento y la imaginación NORBERTO BoBBIO El problema de l guerra y l s vías de l paz GEORGE STEINER Lenguaje y silencio NORBERT ELlAS Sociología fundamental FRANK KERMODE El sentido de un final RENÉ GIRARD Literatura mimesis y antropología PIERRE BoULEZ Puntos de referencia ~ LITERATURA MIMESIS p o r René Girard ¡ : 0 ; o r n r  e s cribir n i s ubra y e \ o s l l l  o s y r e  s ta s Gra c ias S 1  te ma r e D i bl i otc c as t  n  v e r s  ~  n ~  o f . r.d~ s gedisa ~ 1  ¡ l

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SERIE MEDI CIONES

MICHAEL FOUCAULT

a

verdad

y las formas jurídicas

]E N

BAUDRILLARD

El espejo

de

la

producción

ROBERT NISBET

Historia de

la

idea de progreso

PIERRE CLASTRES

Investigaciones en antropología política

] COB BRONOWSKI

Los orígenes

del

conocimiento

y

la

imaginación

NORBERTO

BoBBIO

El problema de

l

guerra

y

l s vías de

l

paz

GEORGE STEINER

Lenguaje

y

silencio

NORBERT ELlAS

Sociología fundamental

FRANK

KERMODE

El sentido de un final

RENÉ

GIRARD

Literatura

mimesis

y

antropología

PIERRE BoULEZ

Puntos

de

referencia

LITERATURA

MIMESIS

ANTROPOLOGÍA

por

René Girard

¡ :

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stasGracias

S1 tema

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Título del original en inglés:

To

Double

Business Bou_nd

U .

.t

p ess Baltimore y Londres, 1978

©

by

The

Johns Hopkms mverst y r ,

Director de

la

Serie

Mediaciones:

Enrique Lynch

Traducción:

Alberto L. i x i ~

Cubierta:

Maqueta

de

colecc on:

1

orres Aguero

Realización: Sergto Manela

1a

edición en Barcelona, marzo de

1984

Derechos para todas las ediciones en castellano

© by Editorial Gedisa S.A.

Muntaner

460,

entlo,

1

Tel.

20160

00

Barcelona-6, España

ISBN N° 84-7432-198-0

·

d ón para esta edición

Gestión, representacton Y 1recct

Editorial Celtia S.A.C.I.F. de M. Y R.

Avda. Belgrano

355,

s piso.

1092

-

Buenos Aires, Argentma

ISBN N° 950-9106-60-7

Hecho el depósito que establece la ley

11.723

Impreso en España

Printed in Spain

Depósito Legal:

B.

7.99

5-1984

Impreso y encuadernado

por

Gráficas M. PareJa

Montaña, 16 _Barcelona (26)

. . t

1

arcial por cualquier medio de

Queda prohibida la ~ p ~ o d ~ c c ¡ o n to

at

P

0

modificada, en castellano o

impresión, en ~ o ~ tdenttca, extrae a a

cualquier otro

1d10ma.

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ÍNDICE

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

l El deseo mimético de Paolo y Francesca • • • • •   o o o

o

19

11. El extranjero de Camus revisto . o •   •

••••

• o • • • • • 26

III. El crítico del subsuelo . .   .

 

.  

o

. . .

51

IV. Estrategias de la locura: Nietzsche, Wagner y

Dostoyevski _ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74

V.

El delirio como sistema

•••

  o

95

VI. Equilibrio peligroso. Una hipótesis sobre

lo

cómico . o o

••• 129

VII.

La

peste en la literatura y el mito

•• • •••• o ••• •   143

VIII. Diferenciación y reciprocidad en Lévi-Strauss y en

la teoría contemporánea

•••   • • 161

IX. Violencia y representación en el texto mítico . .. o _ 182

X. Entrevista con René Girard . o • o o o ••••• o o • •   202

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jantes. Por eso, constantemente se nos dice, por un lado, que somos seres ab-

solutamente insignificantes

y,

por otro, que

se

está creando un mundo que

es-

tará completamente dominado por

la

voluntad humana. En estas predicciones

siempre queda fuera de toda consideración un hecho, el hecho de que no exis-

te semejante voluntad humana unificada.

Los

hombres

no

son ahora más ca-

paces de dominar sus propias relaciones que

lo

que

lo

fueron antes. Las formi-

dables ambiciones y realizaciones

del

hombre moderno son, pues,

en

extremo

frágiles; están a merced, no de la naturaleza o del destino, sino a merced de

esas

mismas fuerzas impersonales que convierten a todos

los

personajes

de

Le Bo urgeois gentilhomme en títeres, sin que haya nadie que tire de los hilos.

Por eso,

en

cierto sentido las posibilidades para la comedia nunca fueron

mayores. Pero

lo

que está en juego

es

tan importante y las incertidumbres son

tan grandes que nuestra

risa

no puede

ser

tan complaciente ni segura como lo

fuera antes. Nunca se puso tan

de

relieve

la

naturaleza precaria, inestable y

nerviosa de la risa. Cuando consideramos el tipo de comicidad que tenemos

en nuestro mundo contemporáneo bien podemos pensar que esta época está

agregando

o

acaso revelando) una nueva dimensión a las famosas palabras de

MoÍiére sobre la risa y

la

composición de

la

comedia.

Extraña empresa es la de hacer reír a las buenas gentes .

142

V

La peste en la literatura el

mito

En literatura encontramos por doquier el tema de

la

peste.

La

hallamos en

la

poesja épica con Homero, en

la

tragedia con Edipo

Rey

en

la

historia con

Tucídides, en el poema

filosófico

con Lucrecio. La peste sirve como telón de

fondo

para

los

cuentos del Decamerón de

Boccaccio;

hay fábulas sobre

la

peste

como la de La Fontaine Les Animaux malades de la peste ; hay novelas co-

mo

promessi Sposi

de Manzoni y

La

peste de

Camus.

El

tema

se

extiende por

toda la

gama

de géneros literarios y hasta no literarios, desde las obras de pura

fantasía a

los

informes científicos

más

positivos. El tema de

la

peste

es

anterior

a

la

literatura .. mucho

más

antiguo, en realidad, puesto que está presente en

el mito y los ritos de todo el mundo.

El tema parece demasiado vasto para ser

el

objeto

de

un breve examen. In-

dudablemente una enumeración descriptiva de las plagas literarias y míticas

tendría

poco

interés; pero hay una extraña uniformidad en los varios modos

de

tratar

la

peste no sólo en las obras literarias y

en

los mitos sino también en

obras científicas y

no

científicas del pasado y

del

presente. Mirándolo bien,

son escasas las diferencias que hay entre

la

exposición positiva y hasta estadís

tica contenida en Diario

de/año de

la plaga de

Defoe

y

la

narración casi histéri

ca de

Artaud en Le théátre et

la

peste. Sería exagerado afirmar que las descrip

ciones

de

la

peste

son todas

iguales,

pero

las

similitudes pueden

ser

más

intri

gantes que las variaciones individuales.

Lo

curioso de estas similitudes está en

que ellas, en última instancia, comprenden el concepto mismo de lo similar.

La

peste está presentada universalmente

como

un proceso

de

indiferenciación,

de destrucción de caracteres específicos.

A menudo esa destrucción

está

precedida

por

un proceso de inversión. La

plaga convierte

al

hombre honesto en un ladrón,

al

hombre virtuoso en un li-

bertino, a la prostituta

en

una santa.

Los amigos

asesinan y los enemigos dan

abrazos. Hombres acaudalados se hacen pobres por

la

ruina de sus negocios.

Las riquezas llueven sobre pobres que heredan en unos pocos días las fortunas

Este ensayo fue publicado por primera vez en Tixas Studies in Literature and

Language

15

(Special Classics Issue 1974): 883-50.

143

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de parientes lejanos.

Las

jerarquías

sociales son

primero violadas, luego aboli

das.

Las autoridades políticas y religiosas sucumben. La peste invalida todo el

conocimiento acumulado y todas las categorías

de

juicio. Tradicionalmente

se

creía que

la

peste atacaba a los fuertes y a

los jóvenes

más que a los débiles y

ancianos, a

los

sanos antes que a

los

crónicamente enfermos. Las autoridades

modernas

no

creen que

las

grandes epidemias realmente señalaron

como

vícti

mas

a individuos particulares o categorías particulares.

La

creencia popular

debe haber nacido

de

la

circunstancia

de

que

es

más

sorprendente y chocante

ver

morir a personas

jóvenes

y sanas que ver morir a

los

viejos y enfermos.

De

bemos hacer notar que el punto de vista científico se ajusta al eterno modo de

ser

de la

peste mejor que

la

tradición popular. El carácter distintivo de

la

peste

está en que ella destruye en definitiva todas las formas de distinción. La peste

supera todos

los

obstáculos, desconoce todas las fronteras. Por último,

la

vida

toda se convierte en muerte, que

es la

suprema indiferenciación. La mayor

parte

de las

relaciones escritas insisten monótonamente en

esta

nivelación

de

las diferencias,

lo

mismo que

la

danse

macabre

medieval que por supuesto está

inspirada en

la

peste. .

Evidentemente este proceso de indiferenciación tiene sentido y

no

plantea

ningún problema especial

en la

esfera sociológica. La creencia de que una

gran peste epidémica puede determinar una conmoción social no es dificil de

aceptar ni

es

irracional

de

ninguna manera; puede estar basada en

la

observa

ción positiva.

A comienzos de

la

edad moderna, cuando las pestes epidémicas

no

habían

aún desaparecido y cuando el espíritu

de la

investigación científica ya estaba

despierto, se encuentran textos que distinguen claramente

la

peste médica

de

sus consecuencias

sociales

y

sin

embargo esos textos continúan viendo una se

mejanza entre ambos fenómenos. El cirujano francés Ambroise Paré, por

ejemplo, dice:

Al declararse

la

peste, hasta las máximas

autoridades

suelen huir,

de

suerte que

se hace

imposible

la

administración

de

justicia

y nadie.puede hacer valer sus de

rechos. Sobrevienen entonces

la

anarquía

y la

confusión generales

y

algo que es

el

peor

mal de

que pueda ser asaltada

la

comunidad; pues ese es

el momento

en que

los

disolutos

llevan otra

peste peor

a

la

ciudad.

(la

bastardilla

es

mía)

1

Esta secuencia

de los

acontecimientos

es

perfectamente positiva y ra

cional. Y

la

secuencia inversa

no lo es

menos. Una convulsión social puede de

terminar condiciones favorables para que

se

declare

la

peste. Los historiadores

todavía discuten sobre si

la

Muerte Negra fue una causa o una consecuencia

de las

conmociones sociales registradas en el

siglo

XIV.

Hay una afinidad recíproca entre la peste y el desorden social, pero esa

afi

nidad no explica por completo la confusión de los dos fenómenos que prevale

ce no

sólo en innumerables mitos, sino también en muchas obras literarias

sobre la plaga, desde los tiempos antiguos hasta

la

cultura contemporánea. La

peste mítica de Grecia no sólo mata hombres sino que provoca una total in-

 

Citado en Johannes Nohl, ed.;

The Black e a r h ~ Chronicle of the Plague

traducción

de

C.H. Clarke (Londres: Unwin Books,

1961),

pág.

101

144

terrupción de todas

las

actividades culturales y naturales; determina

la

esterili

dad de las mujeres y del ganado e impide que los campos den sus cosechas. En

muchas partes del mundo, las palabras que nosotros traducimos como peste

o plaga pueden entenderse como una designación genérica de una serie de

males que afectan a

la

comunidad en general y amenazan o parecen amenazar

la

existencia misma de la vida social. De varios signos puede inferirse que las

t ~ s i ~ n s y perturbaciones in ter humanas desempeñan con frecuencia

el

papel

pnnc1pal.

En

el

pasaje que acabamos

de

citar, Paré separa

lo

que

el

pensamiento pri

mitivo une: los componentes médicos y los componentes sociales de la peste

mítica.

El

lenguaje

de

Paré

es

sin embargo interesante. El autor caracteriza

los

c?mponentes

sociales como

otra peste

peor la

anarquía

es

una peste; y hasta

c1erto

punto

es más

peste que

la

enfermedad misma. Queda rota

la

anterior

unidad que empero

se

recuerda y se conserva

en

el efecto estilístico de usar

la

misma palabra para designar

dos

fenómenos distintos y sin embargo curiosa

mente inseparables. La peste médica

se

convierte

en

una metáfora

de la

peste

social; aquí estamos

en

el terreno de la literatura.

A juzgar por

la

parte que cumple

la

peste en

la

literatura occidental hasta

nuestros días, esa metáfora está dotada de una vitalidad casi increíble en un

mundo en el que las pestes y plagas en general han desaparecido casi por ente

ro.

2

Semejante vitalidad sería inconcebible, desde luego, si

la

peste social

no continuara estando-siempre con nosotros, como temor o

como

realidad, en

una forma u otra. Sin embargo, este hecho

no

basta para explicar

los

aspectos

más oscuros y persistentes

de la

configuración metafórica ni para explicar lo

que se presenta

como la

verdadera necesidad que la metáfora satisface en

muchos grandes escritores. En verdad, un análisis

de

textos significativos

re

vela

analogías definidas entre

la

peste o mejor dicho entre todas

las

grandes

epidemias y los fenómenos sociales, reales o imaginados, que se asimilan a

ellas. Uno de esos textos corresponde a

Crimen

castigo de Dostoyevski. Du-

rante una grave enfermedad que padece

poco

antes

de la

transformación final

de su espíritu, Raskolnikov tiene un sueño, el pasaje se encuentra

al

final de la

novela. Raskolnikov sueña con una plaga mundial que afecta

la

relación

de las

gentes entre sí. En el texto

no se

menciona ningún síntoma médico específico.

Lo

que

se

desquicia

es la

interacción humana, de suerte que gradualmente

to

da la

sociedad perece.

Soñó

en su enfermedad que

el

mundo todo estaba condenado

a

ser víctima

de

una

terrible, inaudita

y

nunca vista plaga que, procedente de

las

profundidades

del

Asia,

caería

sobre

Euro¡:¡a:

Había

aparecido una nueva clase de

microbio,

un

ser

microscópico que se introducía

en el

cuerpo

de las

personas. Pero

esos

microbios eran espíritus dotados

de

inteligencia y

voluntad.

Las personas que

los

cogían

volvíanse inmediatamente

locas. Pero

nunca, nunca, se consideraron

los

hombres tan inteligentes

e inquebrantables en la

verdad

como

se considera

ban

estos atacados.

Jamás

se consideraron

más

infalibles

en

sus

dogmas, en sus

conclusiones científicas,

en

sus convicciones

y

creencias morales.

Aldeas ente

ras,

ciudades

y

pueblos

enteros se

contagiaron

y enloquecieron.

Todos estaban

excitados y no

se

entendían

los unos

a os

otros;

todos

pensaban

que sólo en ellos

se

cifraba

la

verdad

y

miraban

a

los

demás con

desdén;

se golpeaban el pecho,

2

Sobre

la

significación simbólica de

la

enfermedad en

la

literatura moderna véase Gian

Paolo Biasin, From Anatomy to Criticism ,

MLN

86

(Diciembre

1971): 873-90:

145

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lloraban y dejaban caer los brazos.

No

s¡¡bían a quién ni cómo juzgar; no podían

ponerse de acuerdo sobre

lo

que fuese

bueno

y lo que fuese malo. sabían a

quién inculpar ni a quién justificar. Se a g ~ e d í a n m u ~ u a m e n t e movtdos de _un

odio insensato. Se armaban unos contra otros en eJércitos enteros; pero los

eJér

citos, ya en marcha, empezaban de pronto a destrozarse ellos m i s m ~ s , rompía?

filas, unos guerreros se lanzaban contra otros, se mordían y se com1an entre SI.

En las ciudades todo el día

s e

lo pasaban tocando a rebato; los llamaban a todos,

pero quién ni para qué los llamasen, ninguno lo sabía y todos n d b ~ asusta-

dos. Abandonaron los más vulgares oficios, porque cada cual precomzaba

su

idea sus métodos y no podían llegar a una inteligencia: quedó abandonada tam-

b i é ~ la agricultura. En algunos sitios los hombres se reunían en pandillas, conve-

nían algún acuerdo y juraban no desavenirse .. pero inmediatamente empezaban

a hacer otra cosa totalmente distinta de

lo

que acababan de acordar, se ponían a

culparse mutuamente, reñían y se degollaban. S o b r e v i n i e r ~ n incendios, sobrevi-

no

el

hambre, todos y todo se perdieron . La peste aquella 1ba en aumento Ycada

vez avanzaba más.

3

La peste es una clara metáfora de una cierta v i o ~ e n c i a

recíproca_

que se

propaga literalmente lo

mismo

que la plaga.

La

propiedad de la metafora se

debe evidentemente

al

carácter contagioso. La

idea

de contagio supone la

pre

sencia de

algo

nocivo

que

no pierde nada de su virulencia

al

t r a n s m i t i r s ~ rápi-

damente

de

un individuo a otro individuo.

Así se

comportan

las

bactenas

en

una epidemia. Y así se comporta la violencia cuando

es

i m i t a d ~ , ya

p o s t ~ -

mente en el caso de que el mal ejemplo haga inoperantes las habituales r ~ s t n c -

ciones, ya

negativamente en

el

caso

en que los

esfuerzos para

a h o g a r . ~ Viole_n

cia

con la violencia

no

consiguen en definitiva más que aumentar la

Violencia.

La

contraviolencia

viene

a ser lo mismo que la violencia. En los casos masivos

de

contaminación las víctimas son impotentes,

no

necesariamente porque

permanezcan

p a s i ~ a s sino porque cualquier cosa que hagan resulta

ineficaz

o

empeora la situación. .

Para apreciar debidamente

el sueño

de

Raskolmkov debemos

leerlo

dentro

del

contexto

de

toda

la

obra de Dostoyevski, teniendo

en

cuenta

esa

extraña

mezcla

de orgullo y humillación característica

de Raskolnikov

y de

otros

héroes

dostoyevskianos .

Las

víctimas de la

plaga

parecen estar poseídas

por el mismo

deseo que

posee

a

Raskolnikov

. Cada una

de ellas cae

presa de

la

misma megalomanía y

se

ve como el único superhombre: "Todos estaban

ex

citados y

no

se entendían

los unos

a

los

otros; todos pensaban

que

sólo en ellos

se

cifraba

la

verdad y miraban a

los demás

con desdén".

Ese deseo implica una contradicción; aspirá a la autonomía completa, a

una autosuficiencia

casi

divina

y,

sin embargo,

es imitativo

La divinidad

que

ese deseo

está tratando de conquistar nunca deja de manifestarse, tarde o

temprano,

como

la divinidad de algún otro, como el privilegio x c l u s i v o un

modelo

al que el

héroe

debe acomodar no

sólo

su

conducta smo

sus mismos

deseos en la medida en que éstos

se

dirijan a objetos. Raskolnikov rinde culto

a Napoleón. Los

poseídos

imitan a Stavrogin.

El

espíritu de

adoración

se com-

3 Fedor Dostoyevski, Crimen

y

castigo:

Obras

Completas t. ., M. Aguilar, Madrid, 1946; tra-

ducción de R. Cansinos Assens;·pág. 1692.

146

bina con

el

espíritu de

odio

. Para

revelar

el

secreto de

esta ambivalencia

no ne

cesitamos

recurrir a alguien

como

Freud. Aquí no hay ningún secreto. Imitar

los

dese?s

de

otro es convertir a

ese

otro en un

rival

y en un

modelo.

De la

con

vergencia de dos o más deseos en el mismo objeto tiene

que nacer

necesa

riamente un conflicto.

. La naturaleza mimética del

deseo

puede explicar

las

múltiples contradic-

CIOnes

que observamos

en el héroe de

Dostoyevski;

únicamente este principio

puede hacer

que la

personalidad

de Raskolnikov

resulte perfectamente inteli-

g_ible.

El

deseo

imitativo genera por

fuerza sus

propios obstáculos

vivos

y

con

Sidera su fracaso como

una

señal

de

la

omnipotencia

del

modelo,

en

otras

pa

labras, como una prueba convincente

de que ese modelo

es

el

modelo perfecto

y que la puerta que él mantiene tan firmemente cerrada debe ser la puerta del

cielo.

El

deseo

mimético

no

puede mantener

vivas sus

ilusiones sin enamorar-

se .de sus propias

consecuencias desastrosas

y sin concentrarse cada vez más en

la

violencia

de sus

rivales.

La

atracción mimética

de la

violencia

es

un

elemen

to principal

del

arte dostoyevskiano.

Así,

la

violencia

se hace recíproca. En el

sueño de la plaga, expresiones como "unos a otros", "entre sí", etc. se repiten

constantemente. Las grandes novelas

de Dostoyevski

describen trastornos mi

méticos

·de

relaciones

humanas que tienden a

propagarse

más y más. El sueño

de la

plaga

no es otra cosa

que

la expresión quintaesencia de la crisis dosto

yevskiana y, como tal, tiene

que

extender esa crisis a

todo

el mundo de una

manera realmente apocalíptica.

De

Dostoyevski

me gustaría

pasar

a otro autor, Shakespeare,

que

parece

muy distante

pero

que,

en

realidad,

está

muy

cerca en lo que se

refiere

al

p r o b l e ~

que estamos

considerando. Quiero comparar el

sueño

de la plaga, ·

un

pasaJe específico

de

Crimen

y

castigo con

un

pasaje específico

de una obra

de Shakespeare, el famoso discurso de Ulises .contenido en Troilo y

Cressida

un texto

que reposa,

a mi juicio, en

la

misma concepción

de

una crisis cultural

representada por el sueño de la

plaga

en

Dostoyevski.

En primer lugar,

hemos

de observar que

Troi/o Cressida gira

totalmente

alrededor de un concepto de deseo mimético análogo,

si no

idéntico,

al que

acabamos de descubrir en Dostoyevski. El tema de la obra es la descomposi

ción

interna

del

ejército

griego acampado

ante los muros de Troya.

El desor

-

comienza desde arriba. Aquiles imita a Agamenón, tanto porque aspira

s e n m e n ~ e

a ocupar

la

p o s i ~ i ó n

de éste desea

convertirse

en

el jefe

supremo

de

los

gnegos)

como

porque burlonamente lo

remeda

y lo parodia.

La rivali

dad mimética

se

propaga entre las filas y crea una completa confusión:

Y así cada grado, siguiendo el ejemplo del primero a quien importuna su su-

perior, es presa de la fiebre envidiosa de una pálida y cobarde emull1ción .

(1.3.131-

34)

Estas

palabras nos recuerdan

las del

sueño de

Raskolnikov:

"Se armaban

unos contra otros en ejércitos enteros; pero los ejércitos,

ya

en marcha, empe

zaban

de

pronto a destrozarse

ellos mismos,

rompían

filas,

unos guerreros

se

lanzaban

contra otros".

147

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8/17/2019 Girard, R. La Peste en La Literatura y El Mito

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El deseo mimético también domina a los dos protagonistas.

En

no menor

medida que el aspecto político y el militar,

el

aspecto erótico de_

s t a o ? r ~

t e ~ -

tral

es una

cuestión de ambición mundanal, de carácter compeuuvo e lmlt au

vo. Podríamos llamar "inauténtica" a Cressida si no sospecháramos que el

ideal del deseo autónomo por e l cual será juzgada es él mismo un fruto de exu

berante imitación. Los amantes son siempre vulnerables a las corruptoras su

gestiones de espurios modelos o

al

peor consejo de Pándaro. En realidad,_ son

no héroes, p u e ~ están atrapados siempre en un juego de impostura

y

vamdad

que guarda con la pasión verdadera la misma relación en que está la conducta

del ejército con el genuino valor militar.

Ningún enfoque psicológico o individual puede hacer justicia al

a l c a n ~ e

del fenómeno. Esa es la razón por la cual el punto clave de la obra es ese dis

curso

en

el cual Ulises describe una crisis que lo invade todo, una crisis tan

aguda que va más allá de la más radical noción de crisis social. El concepto

central, .el grado o jerarquía), del latín gradus significa una condición, una

clase, una distancia mesurada, la diferencia necesaria gracias a la cual puede

decirse qu e dos sujetos culturales, personas o instituciones, tienen

un ser

pro

pio, una identidad individual o categórica.

¡Oh Una empresa padece mucho cuando

se

quebranta el grado, e s c a l ~ de todos

los grandes designios. ¿Por qué otro medio sino

por

los grados,

las s o c i e d a d e s ~

autoridad de las escuelas, la asociación en las ciudades, el pacífico comercio

entre las orillas separadas, los derechos de primogenitura y de nacimiento, las

prerrogativas de la edad, de la corona, del cetro, del laurel, podrían existir debi

damente? Quitad los grados, desconcertad esa sola cuerda y escuchad la cacofo

nía que se sigue. Todas las cosas van a encontrarse para combatirse; las aguas

contenidas elevarían sus senos más alto que sus márgenes y harian un vasto pan

tano de todo este sólido globo . La violencia se convertirla en ama de la debilidad

y el hijo brutal golpearía a su padre a muerte; la fuerza seria el derecho o más

bien el derecho y la culpa (cuya eterna querella está contenida por la interposi

ción de la justicia que establece su residencia entre ellos), perderían sus nombres

y lo mismo ocurriría con la justicia. (1.3.101-18)

La imagen de la cuerda desconcertada revela claramente que el orden cul

tural ha de entenderse atendiendo

al

modelo de una melodía, no como

un

agrado, como una mera colección de objetos heterogéneos, s ino

o m ~

una

ralidad" o, si lo preferimos, como una "estructura",

un

sistema de d1ferenc1as

regido por un solo principio diferenciador. El grado en singular parece definir

una trascendencia puramente social, casi en el sentido de Durkheim, con la di

ferencia empero de que los sistemas culturales

en

Shakespeare están siempre

expuestos a suf rir un colapso. Es ese colapso evidentemente, y no los sistemas

mismos, lo que preocupa al autor trágico.

Si el deseo mimético tiene

un

objeto, éste es el grado mismo; el grado es

vulnerable a criminales intentos procedentes del interior de la estructura. El

pensamiento parece irracional, pero no lo es. No significa que el grado sea al-

go así como un objeto del que uno pudiera apropiarse. Significa exactamente

lo contrario. Si

el

grado

se

desvanece cuando

se

convierte en un objeto de riva-

  48

·¡

1

i

lidad, ello se debe precisamente a que no es más que la ausencia de rivalidades

en

un orden cultural que continúa siendo funcional. Por eso, la crisis repre

senta un momento de frenéticas ambiciones que

se

frustran cada vez más. A

medida que esas ambiciones se multiplican miméticamente, se acrecienta la

violencia recíproca y se disuelven las diferencias; los "grados" que llevan al

objeto y el objeto mismo se desintegtan. Trátase, pues, de una ambición que

al andar retrocede, cuando tiene el propósito de avanzar". ·

Lo

mismo que en el texto de Dostoyevski, aquí desaparece toda constan

cia de propósitos, todas las actividades útiles quedan interrump idas. El deseo

que cada hombre tiene de distinguirse suscita una imitación inmediata, mul

tiplica estériles rivalidades, determina condiciones que hacen que la sociedad

resulte inoperante por obra de una crecienteuniformidad. El proceso es de in

diferenciación que se toma por extrema diferenciación . . falso individualis

mo

.

Por

último hasta las distinciones más importantes se hacen imposibles.

Shakespeare dice que el derecho y la culpa .. pierden sus nombres", y estas

palabras están reproducidas casi literalmente en Dostoyevski:

N

o sabían a

quién ni cómo juzgar; no podían ponerse de acuerdo sobre lo que fuese bueno

y

lo que fuese malo. No sabían a quién inculpar ni a quién justificar:'.

En ambos textos, aunque más explícitamente en Shakespeare, la idea do

minante es la de que las actividades humanas regulares, por recíprocos que

sean sus resultados finales, sólo pueden realizarse sobre una base de no recipro

cidad. Las relaciones constructivas·de cualquier tipo están diferenciadas. Uli

ses ciertamente muestra una fuerte inclinación por la jerarquía y la autoridad.

No deberíamos llegar demasiado rápidamente a la conclusión de que ·por eso

queda disminuido el interés de su discurso. Los conceptos que maneja Ulises,

la idea misma del orden cultural concebido como un sistema diferencial ex

puesto al colapso, implican la esencial arbitrariedad de las diferencias cultura

les.

Cuando las diferencias desaparecen, la relación se hace violenta y estéril al

hacerse más simétrica, a medida que todo se hace más perfectamente idéntico

en ambos lados:

Todas

las cosas van a encontrarse para combatir  . Lo que

surge de la crisis es una relación de dobles. Podríamos entender mal esta rela

ción si la interpretáramos como una coincidentia

oppositorum

en el sentido tra

dicional del idealismo filosófico o como un mero reflejo subjetivo o alucina

ción en el sentido del "narcisismo" psicológico, punto de vista que adoptó

Rank, por ejemplo,

en

su ensayo sobre Don Juan y el doble.

En Shakespeare, así como en las anteriores obras teatrales de la antigüedad

clásica, la relación de los dobles es perfectamente real y concreta: es la funda

mental relación de los antagonistas trágicos

y

cómicos. Esa relación está pre

sente

en

los cuatro dobles de

a

comedia

de l

as equivocaciones donde es casi

idéntica a la relación definida en Troi/o y Cressida y dramatizada en todas las

obras de Shakespeare. La circunstancia de que los dobles constantemente se

precipitan el uno

en

el otro

en un

desesperado esfuerzo por separarse puede

mirarse tanto a una luz trágica como a una luz cómica. Y esto es tan cierto en

el caso de Dostoyevski como en el de Shakespeare. La relación de simetría

conflictiva y de fascinación recíproca pintada en las novelas es fundamental-

  49

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mente idéntica

al

intento mu y anterior realizado en la narración breve titulada

l

doble.

De manera que el discurso· de Ulises corre estrechamente paralelo con el

sueño de la peste que tiene Raskolnikov. En los dos textos los autores en-

cuentran la manera de conceptualizar y generalizar el mismo tipo de relación

que en el resto de cada una de estas obras y en sus otras obras está desarrolla-

do en forma dramática o en forma novelística. La coincidencia de estos dos

autores es particularmente llamativa teniendo en cuenta las diferencias de len-

gua, de época, de estilo, de género literario, etc. Para que el paralelo sea

completo debería incluir también en Shakespeare la metáfora de la plaga

y;

por supuesto, la encontramos en el texto. En el pasaje que hemos citado la

idea de enfermedad aparece repetidamente. Aun cuando no desempeñe

un

pa-

pel tan prominente como en el sueño de Raskolnikov, la plaga p r o i a m e n ~ e

dicha no está ausente en el texto de Shakespeare; figura entre los vanos y mas

0

menos naturales desastres que acompañan a la crisis como en una especie de

orquestación mítica:

·Qué plagas y qué prodigios entonces, qué anarquías, qué cóleras del mar, qué

~ e m b l o r e s de tierra, qué conmociones de los vientos Fenómenos terribles, cam·

bios, horrores, trastornan y destrozan, hienden y desarraigan completamente de

su posición fija la unidad

y

la calma habitual de los estados.

Con respecto a las anteriores observaciones, he de hacer notar que ya. no

estamos aquí frente a

un

solo tema, el tema aislado de la peste o la plaga, smo

que nos hallamos frente a un grupo temático que comprende, además la

plaga o más bien el tema de la contaminación epidémica, los temas.de la dtso-

lución de las diferencias y de los dobles miméticos. Todos estos elementos es·

tán presentes tanto en el texto de Shakespeare como en el texto de Dostoyevs·

ki. Luego daré más ejemplos, los cuales mostrarán que este mismo grupo te·

mático casi nunca deja de aparecer alrededor del tema de la peste en un gran

número de textos que aparentemente tienen muy poco en común. Algunos de

los elementos pueden presentarse cori mayor relieve que otros; pueden

p r ~ -

cer solo en una forma embrionaria, pero

es

muy raro que falte por completo st·

quiera uno de ellos.

Ante todo debemos enumerar los elementos de ese grupo temático. Otro

elemento que todavía no hemos mencionado puede ser el más importante de

todos, el tema del sacrificio. Podríamos resumir el elemento de sacrificio afir·

mando que todas las muertes y sufrimientos causados por la plaga no ~ o n en

vano que la calamidad es necesaria para purificar y rejuvenecer la soctedad.

Con;idereraos, por ejemplo, la conclusión del sueño de Raskolnikov: "Sólo

unos pocos hombres se salvarían en el mundo entero. Estos eran los puros y

elegidos, destinados a fundar una nueva raza y una nueva vida, a renovar y a

purificar la tierra". Algo muy parecido encontramos en

Le rhéatre

et la

peste:

El

teatro, como la peste, es una crisis que se resuelve en muerte o en cura-

ción. Y la peste es una enfermedad superior porque es una crisis total, después

150

de la cual no queda nada, salvo la muerte o una purificación extrema". En ri-

tuales de muchos pueblos del mundo, la muerte misma aparece como el agen·

te purificador; es la muerte de todas las víctimas de la peste o de unas pocas o

a veces de una sola víctima elegida, que parece asumir la plaga en su totalidad

y cuya muerte o expulsión cura a la sociedad. Los sacrificios y los llamados ri·

tos de la víctima propiciatoria se prescriben cuando una comunidad se ve

cas

tigada por

la

peste" u otros flagelos. Este grupo temático es aun más común

en el mito y

los

rituales que en literatura. En el Exodo por ejemplo, encontra-

mos las "diez plagas" de Egipto y también

el

episodio de Moisés atacado de

lepra y curado por el mismo Yahvé. Las "diez plagas" representan un agrava-

miento de trastornos sociales que también se manifiesta en la forma de una

destructiva rivalidad entre Moisés y los magos de Egipto. Por último, en-

contramos también

un

claro tema de sacrificio en la muerte del primogénito y

en el establecimiento del rito de la pascua hebrea.

El elemento de sacrificio es a veces una dimensión invisible, algo así como

una atmósfera que penetra todos los temas, pero que no puede señalarse con

precisión como

un

tema; es menester que determinemos su índole. Y sobre

es

te particular un análisis, no de todo el mito de Edipo, sino de los elementos

míticos que aparecen en la tragedia de Sófocles

Edípo

Rey puede arrojar algu-

na luz sobre este problema.

En las escenas del comienzo de la tragedia, la ciudad de Tebas es presa de

una plaga epidémica; la resolución de la crisis pone a prueba el poder y el

prestigio de los protagonistas, Edipo, Creón y Tiresias. Cada uno de estos

presuntos médicos trata de echar las culpas

al

otro y todos se convierten en los

dobles del otro. También aquí el pr9(:eso trágico es idéntico a un empeora-

miento de

la

crisis de grado (jerarquía)", en otras palabras, idéntico a la pla-

ga misma. El conflicto trágico y la plaga están en la misma relación metafórica

en que están en Dostoyevski o Shakespeare, salvo, claro está, que en Sófocles

este carácter metafórico es menos explícito, ya que la tarea de descubrir y re-

velar el elemento de violencia oculto detrás de la plaga mítica, tarea iniciada

por Sófocles, estaba en él menos avartzada que en la obra de los otros dos auto-

res.

A la luz de este análisis, el conflicto trágico de Edipo

Rey

equivale nada

más y nada menos que a la busca de una víctima propiciatoria, busca promovi-

d por el oráculo que dice

Entre

vosotros hay

un

asesino, libraos de él y os

veréis libres de la plaga". ¿Cómo puede

un

solo individuo, aunque sea el peor

criminal, ser responsable de todas las catástrofes sociales que entraña la plaga?

Pero dentro del contexto del mito no sólo no

se

pone en tela de juicio la signi-

ficación de la extraña medicina sino que hasta se verifica realmente su eficacia.

Debemos suponer que la prescripción d buen resultado, que el descubri-

miento del "culpable" cura ·la plaga. La recíproca cacería de brujas lleva la

crisis a

un

punto culminante; luego la concentración de la culpa en Edipo y la

expulsión de éste constituyen una genuina resolución de la crisis. Todo el pro-

ceso es comparable a una purga "catártica".

4

Antonin Artaud, The Théiirre er son double en

Oeuvres

completes (Parls: Gallimard, 1964 ,

4: 38-39.

151

Page 8: Girard, R. La Peste en La Literatura y El Mito

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Aquí surge

una

fascinante posibilidad. Aunque las razones aducidas sean

completamente míticas, l realidad de la curación puede ser un hecho. Detrá s

de todo el mito podría haber habido una crisis real a la que se puso fin por la

expulsión o la m uerte de una víctima perpetradas colectivamente.

En

este caso

el oráculo sería veraz en parte. La verdad no es la de que haya un verdadero

culpable , un hombre solo que es enteramente responsable de la plaga. Un

hombre semejante no puede existir, por supuesto.

El

oráculo habla realmente

de una víctima apropia da , es decir, una víctima contra la cual puedan unir

se todos alrededor de ella. Edipo puede muy bien ser la víctima apropiada por

cuanto la acusación que se le dirige.restaura y

fija ,

en verdad, la unidad de

la comunidad. Esta restauración equivale a una curaci ón si, como el mismo

Sófocles parece sugerirlo, la plaga es la misma crisis que se manifiesta en Sha

kespeare o en Dostoyevski, es decir, una crisis

de

violencia mimética.

La

pola

rización de toda la fascinación y todo el odio en

una

sola víctima no deja nin

guna fascinación ni odio a los otros dobles y automáticamente hace que éstos

se reconcilien.

¿Cómo puede alcanzarse la unanimidad requerida si n o es probable que

entre las víctimas potenciales haya alguien mucho más o mucho menos cul

pable que cualquier otro? ¿Cómo puede la culpabi lidad mítica quedar sóli- .

damente fijada

en una

víctima más o menos fortuita? Los dobles miméticos

son concretamente iguales; no hay diferencia entre ellos, lo cual significa que

en

cualquier momento

el

más insignificante incidente, el indicio más leve

puede desencadenar una transferencia mimética contra cualquier doble. El

efecto positivo de semejante transferencia, el final de la crisis, ha de interpre

tarse necesariamente como una confirmación del oráculo , como una prueba

absoluta de que ha sido identificado el verdadero culpable . Así queda es

tablecida

una

impecable relación de causa y efecto.

El proceso que acabamos de describir supone que la fortuita victima sea

percibida como un c:Ulpable verdadero , antes extraviado, ahora identificado

y castigado. En otras palabras, esa víctima señalada al azar nunca debe ser per

cibida como algo fortuito; la curaci ón no sería efectiva si sus beneficiarios

se dieran cuenta de .que la víctima había sido escogida al azar.

Todo esto es evidente, y sin embargo tenemos aún muc ho que decir, por

que las consecuencias todavía no percibidas de estos hechos pueden influir de

cisivamente en el mito en general. Acabo de hacer notar que toda la responsa

bilidad

de

la crisis es transferida colectivamente a la víctima propiciatoria. Esa

transferencia, por supuesto, no se manifestará como tal. En lugar de encontrar

la verdad, nos encontraremos ante los crímen es de Edipo, el parricidio y el

incesto,

que,

según se supone, contam inan a toda la ciudad. Evidentemente

estos dos crímenes significan la disolución de hasta las más elementales dife

rencias culturales, las diferencias entre padre, madre e hijo. El parricidio y el

incesto representan la quintaesencia de toda la crisis, su cristalización más ló

gica en

el contexto del tema de la víctima propiciatoria, es decir, la quinta

esencia de un intento de hacer que la crisis parezca el resultado de la responsa

bilidad de

un

solo individuo. Aun hoy en día acusaciones como éstas o pareci

das aparecen cuando se pone en marcha un pogromo, cuando una

turba

brama

152

\

1

~ n f u r ~ c ~ d ~ en

un

linchamiento .Las ideas de parricidio e incesto, y también de

mfantlc1d10, s1empre salen a la luz cuando l cohesión cultural se ve amenaza

da, cuando una sociedad está en peligro de desintegrarse.

La

naturaleza de los

crímenes atribuidos a Edipo bastaría para hacernos sospechar que aquí nos

h l ~ m o s

frente a una clase de p r o c ~ s o de linchamiento. Y esa sospecha no es

reciente, pues ha promovido muchas investigaciones. Desgraciadamente los

estudiosos se limitan continuamente a buscar

un

posible lazo que pueda ser

históricamente documentado entre el mito de Edipo y algún determinado ri

tual de la víctima propiciatoria. Los resultados han sido decepcionantes. La

cuestión de relacionar

el

mito con

el

rito o el rito con

el

mito forma

un

círculo

vicioso que únicamente puede romperse si formulamos aquí una pregunta

más decisiva sobre el posible origen de ambos en

un

proceso colectivo de

linchamiento que necesariamente debe permanecer invisible a causa de su

misma eficacia.

Si la transferencia colectiva es realmente efectiva, la víctima nunca apare

cerá como una víctima propiciatoria explícita, como un inocente aniquilado

por la ciega pasión de las multitudes. Esa víctima deberá pasar por un verda

dero criminal, por

el

único culpable

en

el seno de una comunidad ahora des

pojada de su :violencia. Edipo es una víctima propiciatoria en el sentido más

acabado de la expresión porque nunca

se lo

designa como tal.

En

los genuinos re

cuerdos que se guardan

de

la

c r i s ~ s

los dos temas diferenciados del mito son

modificados. Todos los elementos originales están presentes, pero han sido

transfigurados y reordenados de manera tal que eliminan la reciprocidad de la

crisis y polarizan toda

su

violencia en la desdichada víctima propiciatoria, con

lo cual todos los demás vienen a ser víctimas pasivas de ese vago e indefinido

flagelo llamado la peste o la plaga. Un linchamiento considerado desde el pun

to de vista de los linchadores nunca se manifestará explícitamente como

linchamiento. A fin de captar la verdad, debemos llevar a cabo una crítica ra

dical en cuyo análisis veremos los temas míticos como deformaciones sistemá-

ticas de crisis anteriores. ·

El proceso espontáneo de la víctima propiciatoria se nos manifiesta ahora

como el proceso generador del mito, como la verdadera raison

d é

tre de sus te

mas y especialmente el de la peste, que ha de considerarse, según creo, como

un

disfraz de la crisis que culmina en el proce

so

de

l

víctima propiciatoria no

sólo en el m ito de Edi po sino en otros incontables mitos de todo el mundo.

Se dirá que Edipo es

un

héroe religioso, así como es un villano. Eso

es

cierto y no representa ninguna objeción

-nada

de eso-'- a la génesis a que

c -

bo de aludir. La diferencia entre el proceso que funda el mito y el proceso de

la víctima propiciatoria, tal como lo entendemos, es l de que el primero, por

ser el más vigoroso, recorre literalmente todo el círculo que va desde el odio

unánime l culto unánime. La yuxtaposición de los dos fenómenos es inteli

gible. Si la polarización de la crisis en una sola víctima realmente determina la

curación, la culpabilidad de esa víctima queda confirmada, pero también su

papel de salvador es igualmente evidente. Esa

es

la razón por la

cu

al Edipo y,

detrás de él, la más remota figura del dios Apolo aparecen como portadores de

la plaga y como benefactores . Esto

es

cierto en el caso de todos los dioses pri-

153

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8/17/2019 Girard, R. La Peste en La Literatura y El Mito

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mitivos y otras figuras sagradas relacionadas con la peste mítica. Por un lado,

son

las

execrables divinidades que

se

maldicen junto con

la

plaga y, por otro,

son las benditas divinidades que aportan

la

curación. Ha de observarse que

es-

ta dualidad se halla presente en todas las formas primitivas de

lo

sagrado .

Ya he indicado que esta hipótesis se refiere también a lo ritual, puesto que

generalmente encontramos una acción de sacrificio o una inmolación interpre

tada como la nueva representación de una muerte divina considerada el acon

tecimiento decisivo en la fundación de la cultura. En las fases preparatorias de

una inmolación ritual, antagonistas simétricamente dispuestos se entregan a

danzas guerreras o entablan batallas reales o simuladas. Las jerarquías fami-·

liares y sociales quedan alteradas o suprimidas. Estos y muchos otros rasgos

pueden interpreta rse como huellas de alguna crisi s de jerarquía que culmi

nó en su habitual resolución, una transferencia colectiva a una sola víctima.

Podemos suponer que

los

ritos tratan de representar de nuevo todo este proce

so a fin de recuperar el efecto unificador a que aludimos antes. Existen buenas

razones para creer que generalmente se logra esta finalidad. Como somos aún

incapaces de percibir

la

amenaza que la violencia interna representa para

la

so-

ciedad primitiva, no podemos reconocer en lo ritual una protección relativa

mente efectiva contra esa amenaza.

Si las anteriores observaciones, por cierto demasiado breves, no carecen

de fundameQ.to,

5

la conjunción de

la

plaga y el rito del sacrificio, primero en

la

religión primitiva y luego en

la

literatura, se hace por completo inteligible.

Las sociedades primitivas constantemente recurren a los ritos contra todo lo

que ellas llaman la peste o

la

plaga. Esta puede abarca r muy diversas amenazas

que se extienden desde la crisis de violencia mimética y formas menos agudas

de tensiones y agresiones internas hasta amenazas puramente exteriores que

nada tienen que ver con la violencia recíproca, incluso, desde luego, epide

mias patológicas reales y hasta la peste en el moderno sentido científico.

El ritual trata de reproducir un proceso que resultó efectivo contra una

clase de peste , la clase más terrible, la epidemia de

la

violencia recíproca

que nunca se hace explícita como tal. Yo creo que el proceso de la víctima pro

piciatoria, en los mitos religiosos, especialmente en los mitos de la peste, de

sempeña una parte sumamente importante en disfrazar y minimizar el peligro

potencial que constituye

la

violencia interna para una comunidad primitiva.

Este restar importancia al peligro debe considerarse a su vez como parte de la

protección que ofrecen contra esa misma violencia el mito y

lo

ritual.

Ciertos versos de Sófocles y de Eurípides hacen dificil creer que estos

autores no tuvieran una intuición de los mecanismos colectivos que obran

detrás de los mitos que ellos adaptaron, una intuición quizá aún incompleta,

pero de todos modos muy superior a

la

nuestra. Estos mecanismos están bien

atestiguados históricamente. En la edad media, por ejempio, las catástrofes so-

ciales, especialmente las grandes pestes epidémicas solían desencadenar perse-

5

Una exposición más completa de la transferencia colectiva y del proceso de una sola vícti·

ma

como génesis mítica se encontrará en René Girard,

a Vio/ence et le sacré

(París: Grasset,

1972); René Girard, Violence and the Sacred traducción de Patrick Gregory (Baltimore: The

Johns Hopkins University Press, 1977).

154

cuciones contra los judíos. Aun cuando esos mecanismos se hayan hecho me

nos fecundos en cuanto

al

caudal mítico, evidentemente distan mucho de estar

extinguidos.

Ahora nos hallamos en condiciones de comprender por qué la peste mítica

~ u n c a se prese?ta _sola. F ~ r ~ _ a parte de un grupo temático que comprende va-

n ~ s ~ o ~ m a s de m d ~ e r e n C l a c w n y de t ~ a n ~ g r e s i ó n , que comprende a

los

dobles

mlmet1cos y ademas un tema de sacnfiClo que puede asumir

la

forma de un

proceso de víctima propiciatoria.

Ya

dije que

la

peste como tema literario está

v_iva aún hoy en un ~ u n d o cada vez menos amenazado por epidemias bacte

nanas reales. Esta Circunstancia nos parece ahora menos sorprendente des

pués de habernos dado cuenta de que los aspectos propiamente médicos de

la

~ e s t e nunca fueron esenciales; en .sí mismos, esos aspectos desempeñaron

Siempre un papel menor y servían principalmente para disfrazar una amenaza

mucho más terrible que ninguna ciencia fue jamás capaz de vencer. La amena

z?

está aún muy r e s e ~ t e entre nosotros, y sería un error considerar la presen

c ~ a de

la

peste en la literatura como una cuestión rutinaria y formal, como

e¡emplo de una tradición que persiste, aun cuando su objeto haya desapareci

do.

. No

s ó ~ o la

peste

_está

viva, sino que también está vivo todo el grupo temá

tico cuya importancia en

la

actual situación psicosociológica

se

hace evidente

tan pronto como se consideran algunos ejemplos específicos. La cont inua vita

lidad de todos estos temas tiene que corresponder a una continua necesidad de

d_isfraza_r y

al

propio tiempo d sugerir lo uno y lo otro en grados

diversos-

Cierta

viOlenCia

que penetra nuestras relaciones.

a r ~ tres ejemplos, cada uno tan diferente de los otros dos y de los textos

ya mencwnados, por

lo

menos atendiendo a los valores literarios tradicionales

que influ:ncia literaria direr.ta no puede explicar la presencia del e s q u e m a ~

El p n m e ~ e¡emplo corresponde a Le théátre et

la peste

de Artaud, al que ya

nos refenmos. Buena parte de este texto está dedicada a un extraño informe

s ~ b r e los efectos médicos y sociales, no de un determinado estallido de peste,

smo de la peste en g e n e ~ a l . En una larga disquisición seudoclínica, Artaud

rechaza todas las pretensiones de considerar

la

transmisión de

la

enfermedad

como.

un

f ~ n ó m e n o

c i e n t í ~ c a m e _ n t e

determinado: el autor interpreta el proce

so f i s 1 ~ l ó g ¡ c o como una disolución de los órganos que puede ser una especie

de fus1ón o derretimiento, una licuefacción del cuerpo o, por el contrario una

disecación y pulverización. Esta pérdida de diferenciación orgánica es ~ í t i c a

desde el punto de vista médico pero resulta estéticamente vigorosa porque

estructura l o ~ s í n t o ~ a s patológicos del colapso de la cultura y produce una

a b r u ~ a d o r a

1mpres1ón de desintegración. La visión apocalíptica está muy

próxima a la del sueño de la peste de Dostoyevski, sólo que esta vez, estando

de acuerdo con el modo de ser destructivo del arte contemporáneo es causa de

feroz júbilo. '

A primera vista parece que, a pesar de su intensidad, el proceso de indife

renciación no culminará en

los

dobles. Sin embargo los dobles están presentes

155

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-menos explícitos, por cierto, qu e en Dostoyesvki y en h a k e s p e a r e pero in

confundibles así y todo- especialmente en aquellos a s ~ J e s ~ u ~

~ p u n t a n

a un a

contaminación puramente espiritual, análoga a l a

hybru

mimeuca de los pn-

meros dos ejemplos.

Otras víctimas, sin tumores, sin delirios, sin d o l o r ~ s

y

erupciones se miran

orgullosamente al espejo, con espléndida salud, segun piensan, Y uego de ~ o n -

to caen muertas sosteniendo

aún

los utensilios de a ~ e i t a r en la mano, henchidas

de menosprecio por las otras víctimas.

6

Este orgulloso examen de uno mismo es hybris, es el g u l l ~ de alcanzar el

supremo dominio aun sobre la peste,

o r g ~ l l . o

que queda mmedtatamente ven·

cido, rotundamente desmentido por la subna llegada de la e n f e r m e ~ a d Aun

aparentemente ilesa, la víctima cae muerta

henc

.hida de e n o s p r e c 1 0 por las

otras víctimas" .

Un

insaciable anhelo de distinguuse convierte al h ~ m b r e apa

rentemente sano en un doble de todas las otras víctimas, sus campaneros en la

violencia y en la muerte. En todas partes el espe o un t r i b u t o de ;os

o b l ~ s .

Tambié n está aquí presenteel tema del sacnfic10: pnmero , segun ya lo m-

dicamos, en el rejuvenecimiento que se supone que p o r t a ~ a un u n d o deca

dente la plaga y su moderna réplica, el teatro; pero t a m b i ~ n ~ s t a presente en

toques más sutiles que, por lo menos en un caso, p ~ e d e n

t m l t ~ ~ s e

a s?la

palabra. En un momento el autor imagina una especie de i s e ~ C i o n q m r _ u r g ~ c a

realizada en la víctima, no con

un

escalpelo, s _ i n ~ con un cuchillo sm mn·

guna razón aparente, es de obsidiana. La bibhografia antropológic-a conoce

cuchillos hechos de este material y usados

en

la c ~ r n e ~ ~ a n a son l ~ s

cuchillos de los sacrificios aztecas.

En

el contexto de

mi n ~ h s ~ s

no es excesi·

vo suponer quizá que el couteau d obsidienne j u n t ~ c o ~ las vicumas de la peste

fueron temas·suscitados por un recuerdo de sacnficios humanos.

El

segundo ejemplo es la película de

I n ~ m _ a : B e r g m ~

la que

~ a _ r e s t ~

la disolución de las diferencias, los dobles mimeticos y la victlma propiciatona

son temas que se repiten

una

y otra vez. . , . _

Si hubiera que mencionar una determmada pehcula que

~ v t e r a

una cone

xión con los dobles habría que ci tar ciertamente a Persona. S ~ l o dos p e r s o ~ ~ ~

jes

están constantemente presentes, una enfermera Y su

~ ~ c i e n ~ e

- ~ a

act

totalmente silenciosa.

Toda

la obra está dedicada a la relac10n m i m e u c a

tas dos personas, relación en la que no ~ a y n ~ c a una

e r d a ~ ~ r a

comun IOn S I ~

no que permanentemente

se

siente la misma viOlenta disoluc

iOn

de

d ~ f e r e n

cias. Otro filme Vergüenza, hace perfectamente manifiesta la conJunCión de

los dobles i m é ~ i c o s y de una contaminación semejante a la de la p e s t ~

Se

tá librando una guerra civil sin sentido entre dos p a ~ t e s que no es posible

tinguir con claridad. Esta absurda lucha de dobles nvales g r a ~ u a l m e n ~ e se dt

funde hásta convertirse en una infección general, en un h t e r ~ l oceano d:

putrefacción. Aquí, como en muchas obras contemporáneas la vteJa ~ e s t ~ mi

tica surge literalmente con amenazas tan positivas como

elfa/lout

radiacuvo Y

6

Artaud, Le

Thédtre,

pág. 29.

56

r

la polución industrial que "

ob

ran", claro está, exactamente como la peste y

constituyen "metáforas" inquietantemente apropiadas de relaciones indivi-

duales y sociales que se encuentran en

un

grado de extrema degradación.

También podría citarse

El

séptimo

s

ello

,

otra película de Bergman, en la

cual se manifiesta de manera espectacular la interacción de todos los elemen

tos del grupo temático que estamos considerando. Allí están presentes los

. dobles miméticos y la muerte es uno de ellos. También está presente la peste

medieval con su cortejo de discipl inantes. En medio de todas estas cosas apa-

rece la breve sugestión de una escena que

mu

estra a la multi

tu

d y

un

a transfe

rencia colectiva a una muy fortuita y al propio tiempo muy significativa vícti

ma propiciatoria, un actor, un mimo, la personificación misma de la mimesis.

El tercer ejemplo es literario y también cinematográfico. Se trata de la

fa-

mosa narración de Thomas Mann La muerte en Venecia, llevada al cinema

tógrafo por Luchino Visconti. Mis comentarios se basan en la narración breve

que, según me parece, es de las dos versiones la que me j

or

se ajusta a este con

texto.

7

Un famoso y maduro escritor, Aschenbach, va a Venecia para descansar.

Al llegar a su destino repara

en

otro hombre ya anciano que se aferra desespe

radamente a un grupo de jóvenes. Lleva un atuendo que está de moda y el car

mín de sus mejillas convierte esta patética figura

en

una monstruosa máscara

de seudojuventud. Posteriormente, el protagonista habrá de permitir a un

pe

luquero que le pinte

el

rostro y le tiña los cabellos, lo cual lo convierte en la

réplica exacta, en el doble perfecto, de la grotesca figura que le llamara la aten

ción antes.

Mientras tanto, en el hotel y en la plaza el artista

se

siente hechizado por

un adolescente polaco. Las diferencias de edad, de lengua y de cultura y el c

a-

rácter homosexual de la relación hacen que ese silencioso apego sea algo más

que una mera transgresión; en realidad, representa la destrucción y la disolu

ción de toda la vida del anciano escritor.

La impresión de decadencia está acrecentada por la peste y los rumores

que corren sobre ella

en

la ciudad. Por cierto que también está presente

el

te·

ma del sacrificio, primero, en el sueño del protagonista con una bacanal primi

tiva en la que se lleva a cabo una matanza de animales y, no menos decisiva-

mente, en la súbita muerte de Aschenbach a la mañana siguiente, muerte que

parece una retribución por haberse rendido a las fuerzas de la desintegración

cultural. El escritor se convierte así

en

la encarnación misma de la peste. Lite

ralmente toma partido por la peste cuando det ide no informar a la familia po·

laca sobre la presencia de la epidemia en Venecia, con lo cual a

um

enta las po

sibilidades de peligro para la familia. El escritor se complace en la peste y ésta

morirá literalmente con él puesto que

al fa

llecer Aschenbach todo el mundo

está abandonando Venecia y así queda resuelto el drama.

En

estos tres ejemplos contemporáneos, la plaga los temas que la acom-

1

Lo primero que hizo que me diera cuenta de lo per tinente que es esa narración breve a la

presente investigación fue un articulo sobre The plague in Dealh

in

Veni

ce,

" de Ruth Ellen Perl

man, una estudiante de SUNY, Buffalo (Primavera de 1972).

57

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8/17/2019 Girard, R. La Peste en La Literatura y El Mito

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pañan están todos presentes; el grupo entero aparece llamativamente intacto.

Y hasta tiene más consistencia temática que en Sófocles, Shakespeare o Dosto

yevski. En Thomas Mann y en Artaud la

p l a g ~

es una e t á ~ o r a menos

t r a ~ s -

parente que

en

Crimen y

castigo, Troilo

y

Cresszda

y hasta

f dtpo

Rey. mis

ma opacidad confiere a la peste ~ n a gran fuerza e v o c a t . l ~ a y

e s t é t ~ c a .

L ~ s

dobles, también, aparecen a una luz de misterioso romanticismo, a d1ferenc1a

de la severidad si n adornos de la relación trágica.

Conviene hacer notar que esa opacidad es propia del mito -que, por su

puesto, difiere de sus adaptaciones

trágicas-

así c ~ m o de la literatura moder

na. Si nos limitáramos a estos extremos cronológicos o culturales, que es lo

que tienden a hacer investigadores recientes, la conjunción de la plaga, los

dobles y la víctima propiciatoria sacrificada sería ininteligible. Mu chos espe

cialistas, desde luego (por ejemplo los psicoanalistas). dan toda clase. de

r ~ s -

puestas. Desgraciadamente esas respuestas ya confecciOnadas no arroJan nm

gur¡a

luz sobre los textos.

En

cuanto a los críticos literarios, g n ~ n t recha

zan no sólo esas respuestas superficiales lo cual es

bueno-

smo que re

chazan también la cuestión misma, lo cual no puede ser bueno.

En un

desca

minado esfuerzo por proteger la integridad de la

l i t e r a ~ r a

contra todos los po

sibles enemigos, esos críticos se niegan a entablar el diálogo franco entre h ~ e -

ratura y antropología que ellos mismos deberían promover. No debena

mos divorciar la literatura de

los

intereses vitales de nuestra época. No deberíamos

separar el·goce estético del pod er de

la

inteligencia, ni siquiera de la investiga

ción científica. No podemos

gozar

sencillamente de la plaga y permanecer

callados como el viejo Aschenbach aguardando en una pura bienaventuranza

estética a que se cumpla

el

destino qu e pueda estarnos reservado.

Encuent ro a Shakespeare más vigoroso y amplio qu e a Aschenbach. Una

razón de ello es la de que Shakespeare no desespera de la

v e r d a ~

Si yo no

hubiera entregado al estudio de sus obras, no habría comprendido el sentido

del grupo temático, En Shakespeare encontramos la luz

m á ~

b r i l l ~ n t e que

pueda iluminarlo. Shakespeare no usa la plaga como una V10lenc1a verbal

contra

un

mundo indiferente. A él no le interesan las palabras como escudos o

armas en la dudosa batalla del ressentiment individual. Lo que le interesa más

es el

mito y la verdad del lenguaje que él mismo emplea . _ .

En los ejemplos contemporáneos presentados, los elementos tematicos del

grupo aparecen yuxtapuestos

un

poco a la manera de los colores en la superfi

cie de

una

pintur a moderna. Hay que léer a Shakespeare para darse cuenta de

que realmente esos elementos no son ni siquiera temas que al usar esta pa

labra los designamos impropiamente. La peste es menos que un tema, que una

estructura o que un símbolo, puesto q ue simboliza la d : s i m ~ o l i z a c i ó n m i s ~ a

Los dobles, en cambio, son más que un tema, son la rec1proc1dad no perc1b1da

de la violencia entre los hombres. Los dobles son esenciales para comprender

el

sacrificio como una mitigación, como

un

desplazamiento, como u na substi

tución como una metáfora de esa misma violencia. Cuanto más penetra

el

autor en los elementos fundamentales de ese proceso, más transparentes se ha

cen la peste y otras metáforas. Los valores del s a c r ~ ~ c i ~ se

d e s i n t e ~ r a n

y reve

lan su origen en el efecto de unificación reconciliación producido por una

158

víctima propiciatoria. el p r o c e ~ ~ de la víctima propiciatoria que describi

mos antes la resolución de la cns1s

la

fuente de la significación mítica, de

be ser tamb1é.n

:

fin de la tragedia y la restauración de las jerarquías. Shakes

peare no se limita sencillamente a repetir el proceso, lo revela

por

entero.

. En Romeo Y Julieta a Shakespeare le bastan unas pocas palabras para in

dicar

o ~ o

el esquema de interacción metafórica y real. La famosa exclamación

del m o n ~ u n d o Mercutio Que una peste caiga sobre vuestras dos casas" no es

la expresión de

un

mal deseo.

Tal

deseo ya está cumplido en la rivalidad inter

minablement e destructiva de esas dos casas, la de los Montesc os la de los

Capuletós, que se convierten así en perfectos dobles y de esta suerte se aca

rrean la peste.

Al

final de la obra el príncipe equipara la muerte de los dos aman

tes con la P l a ~ ~ que afecta a sus

~ a m i l i a s : Mirad

qué castigo ha caído sobre

vuestros

od1os

. Las dos declaraciOnes son realmente la misma. Ambas están

h ~ c ~ a s in e x ~ r e m i s como una revelación de la verdad; la primera

la

hace una

Vlctima monbunda; la segunda representa el juicio último de la autoridad so

b ~ r ~ n a

que

e?

~ h a k e s p e a r e es siempre una figura de sacrificio y una potencial

V Ctlma

prop1c1atona.

La muerte de ~ o s amantes

es la

peste toda, en el sentido de qu e representa

el m o m e n t ~ culmm.ante del flagelo, la peste finalmente hecha visible y, en

c o n s : c u ~ n c 1 a

e x o r c 1 z a ~ a

por su mismo exceso; la peste es la enfermedad y al

p r o p ~ o

tiempo la

~ ~ r a ~ ~ ó n .

a

muer te de las víctimas pone fin a la crisis de

termma la reconcillaclon de los dobles.

Al

dirigirse a Capuleto, Montesco lla

ma acertadamente a las víctimas "pobres sacrificios de nuestra enemistad".

De manera que el mecanismo de la víctima propiciatoria se define clara

mente como la resolución de la trágica crisis, como la catarsis dentro de la

obra que corre paralela con la catarsis producida por la obra;

la

catarsis dos ve-

ces

anunciada y propuesta a los espectadores en el comienzo mismo de la

representación en

un

breve y enigmático prólogo que literalmente no contiene

ninguna otra idea: Se nos dice de Romeo y Julieta:

Los trágicos pasajes de su amor, sellado con la muerte , la constante saña de sus

padres, que nada pudo aplacar sino el fin de sus hijos, van a ser, durante dos ho

ras, el asunto de nuestra representación. (1.1.8-12)

La palabra

catarsis

originalmente designaba el efecto purificador de un

determinado sacrificio. Shakespeare no necesita valerse de la etimología para

ver a ~ r ~ v é s del esteticismo aristotélico y revelar de la manera más concreta

d ; a ~ a t z c a q ~ e .

t o d ~

drama es una representación mimética de

un

proceso de

Vlctlma prop clatona. En sus tragedias, Shakespeare reproduce el mecanismo

c t ~ r t i c o de toda tragedia; pero lo subraya con tanto vigor que lo deja, por así

dec1rlo, descarnado ante nuestra vista, lo cual nos obliga a hacernos preguntas

que van contra

el

efecto catártico, preguntas qu e descuajarían toda la estructu

ra dramática sí fueran seriamente formuladas.

En ~ u s c o m e d i ~ s S?akespeare se burla abiertamente del esquema trágico

del sacnfic10. El episOdio de Píramo Tisb e de Sueño

de

una noche de verano

la comedia compuesta inmediatamente después de Romeo Ju ieta, parodia

el

159

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8/17/2019 Girard, R. La Peste en La Literatura y El Mito

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sistema catártico de esa obra anterior. En cuanto a una p l e ~ a r e v e l ~ c ~ ó n de l ~ s

valores del sacrificio ocultos detrás de la peste y otras metaforas mmcas o

t r ~ -

gicas, Shakespeare está más cerca de tal revelación que nuestros c o n t e m ? o r ~ -

neos, incluso aquellos como Artaud cuyos ataques a ~ o s ~ a l o r e s del_sacnfic O

se tornan a la postre en las formas más crudas de

a ~ n f i c 1 0 .

C ~ n ~ r a n a m e n t e a

lo que creemos, bien pudiéramos no estar en cond1c1onesde

c n ~ 1 c a r

a Shakes

peare. El podría ser quien nos criticara. lugar de ~ r t r de J U Z g ~ r l o desde

arriba desde

un

punto de vista "moderno", necesanamente s u p e n o ~ debe

r í a m o ~

procurar recobrar algunas de sus grandes intuiciones que

o b v ~ m e n t e

se nos escapan. Debemos haberlas perdido de alguna manera en algun

mo-

mento, a menos, claro está, que todavía tengamos que captarlas.

16

VIII

Diferenciación

reciprocidad

en Lévi-

Strauss

en la teoría

contemporánea

La conclusión deL Homme nu de Claude Lévi-Strauss, titulada "Finale",

afirma que el mito representa

un

principio de diferenciación idéntico al del

lenguaje y el pensamiento. Lo ritual, por otro lado, trata de recobrar una -

mediatez

indiferenciada,

trata de anular

la

obra del lenguaje. Afo

rtu

nadamen

te, agrega Lévi-Strauss, esta perversa empresa nunca logrará éxito. Lo "indife

renciado" de lo ritual sólo puede estar formado de objetos ya diferenciados

por el lenguaje y artificialmente reunidos.

A diferencia de la "inmediatez", a la que me referiré después, el concepto

de "indiferenciado" ciertamente corresponde a una parte de lo que ocurre en

los rituales de todo el mundo: promiscuidad en encuentros sexuales, abati

miento de las jerarquías, la presunta metamorfosis

de

los participantes en

otros o en seres monstruosos, etc. Sin embargo, no podemos estar de acuerdo

en que los rituales están definidamente entregados a lo "indiferenciado" de

una vez por todas. Las grandes interpretaciones tradicionales, especialmente

la hindú y la china; atribuyen al rito el fin que Lévi-Strauss reserva al mito so-

lamente: la diferenciación.

Antes del estructuralismo, ningún antropólogo había expresado una opi

nión diferente. Lévi-Strauss replicaría que, en todos

los

ejemplos que parecen

corroborar mi objeción, el lenguaje fue reintroducido y entonces se dio

un

efecto secundario de diferenciación que

es

ajeno al rito como tal. Sin embargo,

hay innumerables casos de diferenciación ritual, independientemente de las

palabras que puedep. o no acompañar a los ritos. En todos los

Tites

depassage,

por ejemplo, la pérdida transitoria de la identidad o cualquier prueba por la

*Este ensayo se publicó con el título de "Differemiation and Undifferemiation en Lévi·

Strauss y Curre n Critica

Theory , en

irecrions or

Criricism,

ed. Murray Krieger y L S. Den ·

o

(Madison: University ofWiscons in, 1977), págs. 111-36

L Homme nu (1971) es el último volumen de

Mythologiques de

Claude

Uvi-S

trauss (París,

Plon 1964-71). Los otros volúmenes son Le Cru

et

le cuit (1964). Du Miel aux cendres (1966) y

L Origine

des

maniéres

de

rabie (1968). Las ulteriores referencias a la " Finale

deL

Homme nu i

n-

dicada en texto entre paréntesis son referencias a esta edición.

161